lunes, 22 de noviembre de 2010

La Navaja de Ockham


Principio de economía o de parsimonia 

Un joven monje inglés se pasea muy temprano por los jardines de Oxford. El siglo XIV recién acaba de comenzar, y su joven mente se ocupa en pensar si la nueva centuria traerá consigo el fin de la decadencia intelectual que tanto lo aflige. Es el tiempo del Escolasticismo, donde la lucha de los hombres por reconciliar la fe mística y ciega con la razón ha entrado en una fase de incontrolables complicaciones: si Dios le ha dado el raciocinio a la raza humana, es de necesidad que su obra pueda ser comprendida y explicada por el intelecto; no una parte de ella, no sólo lo que atañe a lo sobrenatural, sino también todo lo que tiene que ver con las cosas de este mundo, y hasta el mundo mismo, y allí aplican sus esfuerzos los escolásticos, retorciendo los silogismos hasta límites increíbles, inventando palabras para dar sentido a sus meditaciones y encadenando hipótesis como quien enhebra un collar, sin que ninguna de ellas los acerque un milímetro a la más trivial de las certezas.
Nuestro monje ignora aún muchas cosas, pero intuye que la razón es algo más que razonamientos: la razón debe ser una vía directa hacia la verdad, y esa vía debe ser necesariamente mínima, sencilla, transparente. Ignora, también, que pasarán todavía algunos años antes de que sus cavilaciones cobren substancia en una sentencia certera y definitiva, que habrá de marcar a fuego a cada hombre y mujer que hagan suya la misión de edificar una verdadera Ciencia: "Entia non sunt multiplicanda sine neccesitate". No sabe que nacerá un Galileo, ni que pisarán su propia tierra un Newton o un Darwin o un Hawking, pero mientras mira cómo se disipa la niebla matinal los pensamientos de Guillermo de Ockham (1280/1288 – 1348/1349) están comenzando a dar forma a los de todas las generaciones subsiguientes.

El razonamiento
Es un principio que forma la base del reduccionismo metodológico. Este principio formaba parte de la filosofía medieval aunque fue Ockham el que utilizó este principio de forma filosófica.
Pluralitas non est ponenda sine neccesitate o la pluralidad no se debe postular sin necesidad. En su forma más simple, el principio de Ockham indica que las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad. Cuando dos explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible. Si un árbol achicharrado está caído en tierra, podría ser debido a la caída de un rayo o debido a un programa secreto de armas del gobierno. La explicación más simple y suficiente es la más probable —mas no necesariamente la verdadera—, según el principio de Ockham. En el caso del árbol, sería la caída del rayo. Por ejemplo, si uno se encuentra en una ciudad y escucha galopar, probablemente se trate de caballos o cebras, pero se debe optar por considerar que son caballos.
Esta regla ha tenido una importancia capital en el desarrollo posterior de la ciencia.

Ockham y la Lógica
El principio de la Navaja de Ockham se utiliza fundamentalmente como complemento de las leyes de la lógica, con el fin de evitar el pensamiento mágico. Según este principio, siempre que se encuentren varias explicaciones a un fenómeno, se debe escoger la más sencilla que lo explique por completo.
Por ejemplo, para explicar la caída de una manzana al suelo, podríamos plantear las siguientes explicaciones:

Ø       Unos duendes traviesos invisibles e indetectables la han movido hasta el suelo, movidos por el afán de molestar.
Ø       La madurez propia de la fruta ha debilitado el rabito por el que está unida al árbol y, debido al peso excesivo, la gravedad ha propiciado su caída.
Ø       Una tormenta a su paso tiró la manzana.

Todas estas alternativas explican igualmente el fenómeno desde el punto de vista lógico y experimental, pero el criterio de Ockham nos obliga a escoger la segunda como verdadera, ya que las demás nos obligarían a asumir una serie de postulados mucho más complicados.
La teoría de la navaja de Ockham se aplica a casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista —fundada por el propio Ockham— (conocido en su época como "venerable principiante”) que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos.

 
Bibliografía Consultada


Charles Darwin. “El origen de las especies” – Sexta edición, Editorial Porrúa, México, 1997.

Eugene P. Odum. “Ecología” – Editorial Interamericana, 1972.

Jean Paul Deleage. “Historia de la Ecología” – Edición 1993, Icaria Editorial, S.A., Barcelona, España

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