sábado, 2 de octubre de 2010

Vectores Urbanos

Vectores Urbanos

Introducción

El estancamiento de la calidad de vida que han experimentado las sociedades de los países en vías de desarrollo en los últimos decenios, exige cada vez más a los poderes públicos y a los sectores sociales continuos esfuerzos para mantener las condiciones de higiene y salubridad de los núcleos urbanos donde se desarrollan actividades socioeconómicas y transcurren las relaciones socio-productivas.

Uno de los ámbitos a tender se refiere al control de plagas urbanas, por los riesgos e implicaciones que representan para la salud pública, para la conservación de los alimentos y bienes de diferente naturaleza y, en general, para el mantenimiento de las condiciones de habitabilidad de viviendas e higiene y seguridad de los sectores productivos (alimentario, uso público, etc).
En este planteamiento adquieren relevancia las estrategias de carácter preventivo, tales como la limpieza diaria y la gestión ambiental de residuos sólidos urbanos, el control de aguas residuales y especialmente las actividades de desratización, desinsectación y desinfección en los municipios y estructuras urbanas relacionadas con las actividades productivas, de ocio y de uso colectivo.
Así, el control de las plagas urbanas se basa en diferentes métodos que se exponen en este artículo, como pautas de carácter higiénico, medidas de saneamiento del medio, métodos químicos empleados, técnicas de lucha biológica, y el Manejo Integrado de Plagas (MIP) que combinan las técnicas descriptas, bajo criterios de eficacia y bajo impacto ambiental y de la salud pública.
Por otro lado, se aprecia cada vez más en toda la sociedad un gran interés por el medio ambiente. Así, la utilización de métodos químicos en el control de plagas urbanas, en otros, y en concreto de compuestos plaguicidas potencialmente tóxicos, hace necesario que se manejen y apliquen correctamente, conforme a la legislación vigente, minimizando, por lo tanto, los riesgos para el medio ambiente y la salud de la población.
En este sentido básico, además, conocer la toxicidad de los plaguicidas utilizados y conseguir que se cumplan las normas vigentes que especifican las medidas de seguridad apropiadas que necesariamente han de adoptar los técnicos y trabajadores que aplican los métodos químicos.

En la actualidad parece necesario, a la luz de los conocimientos científicos, abordar la renovación de la información en materia de legislación, biología y ecología de las especies urbanas, métodos de control, nuevas formulaciones de plaguicidas, así como las técnicas de control de calidad, con el objeto de asegurar la eficacia, eficiencia y efectividad de las intervenciones, limitando al máximo los efectos indeseables para el medio ambiente y la salud pública.

Historia ecológica de las plagas

El ser humano ha transformado progresivamente el medio ambiente y los ecosistemas primitivos, representados por amplias superficies boscosas, para ello han empleado diferentes técnicas y métodos de explotación, buscando la uniformidad y simplificación de los mismos mediante razas ganaderas y especies agrícolas seleccionadas. En la historia ecológica de la humanidad se pueden diferenciar cinco fases:

  • Fase primaria
  • Fase agrícola primaria
  • Fase urbana primaria
  • Fase industrial moderna
  • Fase post-industrial

El primer gran salto cualitativo sucede al evolucionar las sociedades recolectoras-cazadoras, hace unos 10.000 años, desde situaciones itinerantes, en busca de caza y frutos del bosque, a los primeros asentamientos humanos sedentarios, dedicados a la agricultura y ganadería. En esta segunda fase (agrícola primaria) es intensa la transformación de los ecosistemas naturales, y aumenta la uniformidad del medio al introducirse especies agrícolas seleccionadas y animales domésticos.
La aglomeración de la población en los núcleos de viviendas dará paso, con el tiempo, a un nuevo salto cualitativo que sitúa a la humanidad en la tercera fase (urbana primaria); crece la densidad de la población en las ciudades (urbanización) y se acentúa la explotación del ecosistema agrario, situación que se hará más patente en el devenir histórico al irrumpir el nuevo fenómeno transformador del medio y de las relaciones ecológicas: la industrialización.
Esta evolución, descripta a grandes rasgos, plantea por lo tanto, importantes modificaciones del entorno, con trascendencia sobre la dinámica de las especies y animales que viven cerca del hombre:

  • Comienzan a aparecer plagas asociadas al almacenamiento de alimentos.
  • Las nacientes aglomeraciones humanas y los problemas de eliminación de aguas residuales y desechos provocarán la expansión de ciertas especies parásitas.
  • Los cambios asociados a la urbanización, a la vida comunal y a las grandes densidades de población propiciarán una mayor interrelación entre los seres humanos y ciertos organismos y especies parásitas.
  • Se producirá una ruptura, por tanto, del equilibrio ecológico primitivo en el que el sistema presa-depredador era capaz de mantener situaciones de estabilidad dinámicas respecto a las especies indeseables para el hombre.
  • No sólo aparecerán fenómenos de contaminación microbiológica (desechos, residuos, etc) que se acentuarán con la revolución urbana, sino que aumentará la presencia de vectores transmisores de enfermedades y la incidencia de estas en la sociedad.
  • Al establecerse el hombre en viviendas permanentes, éstas constituirán un excelente microclima que albergará numerosas especies parásitas, que atacarán alimentos, estructuras y utensilios (ropa, cuero, etc), y transmitirán también enfermedades.

La historia ecológica de la humanidad viene a explicar como en las etapas que hemos resumido a grandes rasgos, se van degenerando las condiciones idóneas para la expansión de insectos, roedores y especies nocivas, que ven disminuir drásticamente la cifra de depredadores y competidores naturales. La evolución de las aglomeraciones humanas y las infraestructuras de saneamiento insuficientes constituirán un medio idóneo para favorecer el contacto con parásitos urbanos.
La elevada densidad demográfica y el crecimiento urbano acelerado (muchas veces sin planificación) dan lugar a situaciones de hacinamiento o de carencia de infraestructuras sanitarias apropiadas en materia de deshechos, aguas residuales, etc...
En los diferentes hábitats en los que se desenvuelve el ser humano, interacciona constantemente con especies animales de diferente naturaleza, que constituyen la fauna del ecosistema.
Si bien muchas de estas especies ejercen efectos benéficos desde el punto de vista agronómico (alimentación), desde el punto de vista de la salud (depredadores de especies patógenas) o simplemente bienestar o el ocio (animales de compañía), hay que referirse a otras que desencadenan situaciones de riesgo para la población por picadura, mordedura o simple molestia, sin olvidar a aquellas que son vehículos de transmisión de enfermedades infecciosas o vectores, como por ejemplo determinados tipos de insectos o mamíferos (roedores).
Por lo tanto, pueden producirse situaciones de rechazo en la población hacia lo que se puede denominar fauna de un territorio, sin distinguir nítidamente entre:

  • Animales o fauna nociva, por sus interferencias económicas (contaminación o destrucción), sanitarias y de bienestar.
  • Animales o fauna beneficiosa, desde el punto de vista ambiental y ecológico, indicadoras de biodiversidad y "salubridad del medio" y de los ecosistemas.

Desde el punto de vista de la salud pública, cabe definir el término vector como vehículo de un agente etiológico (virus, bacteria, etc.) en la cadena de transmisión de una determinada enfermedad infecciosa y responsable de su difusión entre las poblaciones humanas.
No obstante, hay que considerar otros grupos de especies animales, cuya trascendencia causal en el desarrollo de enfermedades es menor o nula, pero que ocasionan diferentes alteraciones entre la población humana o en el hábitat en el que se desenvuelven. Entre las especies catalogadas como molestas se encontrarían las medusas, cuyo contacto produce urticaria, las abejas y las avispas, culebras y víboras.
En ocasiones la fauna local constituye un buen indicador de salubridad del medio, pero en ciertas densidades, situaciones o núcleos de población actúan como portadores de microorganismos o especies patógenas, como en el caso de palomas; o simplemente no son deseables: hormigas, grillos domésticos, tijereteas, lepismas, etc.
Determinadas especies, provocan el deterioro de productos, elementos o materiales del entorno humano: atacan artículos de piel, lana, cuero (polillas, escarabajos), madera de viviendas (bicho taladro), objetos de arte, cuadros, libros, etc, pudiendo causar pérdidas de carácter irreparable.
En último término, son importantes los problemas que generan determinados tipos de parásitos (roedores, gorgojos, ácaros) al contaminar o destruir alimentos en instalaciones y servicios públicos relacionados con la alimentación.
Desde el punto de vista de salud pública destaca, como potenciales de enfermedades al hombre, un amplio grupo de artrópodos que se desenvuelven en diferentes ecosistemas donde encuentran su hábitat natural, en muchos casos ligados al entorno urbano o con incidencias en este:

Arácnidos:

  • Garrapatas
  • Arañas
  • Escorpiones

Insectos:

  • Piojos y ladillas
  • Chinches (vinchucas)
  • Flebótomos
  • Culícidos
  • Ceratopogónidos
  • Simúlidos

Los insectos inoculan la enfermedad al picar al individuo portador o reservorio y posteriormente picar a uno sano (hombre-artrópodo-Hombre); así lo hacen determinados ácaros hematófagos, como las garrapatas.
Sin embargo en otros casos el vector es el propio desencadenante de la patología: los piojos, por ejemplo, dan lugar a la pediculosis, y un determinado ácaro produce la sarna, incluso se dan ciclos del agente infeccioso en la cadena epidemiológica que son realmente complejos (ejemplo: la psitacosis), vertebrado-artrópodo-vertebrado-hombre, la encefalitis viral e incluso ciertas infecciones por helmintos cuyo ciclo es: huevo-miracidio (en caracol)-cercaria (en cangrejo)- adulto (en hombre) -huevo (el agente patógeno se desarrolla en el agua).
No siempre el problema de salud pública se manifiesta de forma directa, es decir; siguiendo la cadena inoculación-transmisión de enfermedad, sino que a veces lo hace en forma indirecta: existe un vehículo (especie) que por contacto transporta la contaminación biológica (gérmenes patógenos) a los alimentos o al propio individuo Vectores mecánicos, algunos casos que cabe considerar:

Insectos:

  • Cucarachas
  • Moscas

Vertebrados:

  • Ratas
  • Ratones
En este sentido se considera una especie como plaga cuando se encuentra en una proporción o densidad que pueda dañar o constituir una amenaza para el hombre o su bienestar. El concepto tiene un solo sentido cuantitativo, sino cualitativo; hay especies muy abundantes que no se consideran plagas, y especies que en una baja proporción causan efectos claramente indeseables.
Una especie determinada, puede ser considerada indeseable en una situación dada por razones de salud, higiene, bienestar público o simplemente aceptabilidad social.
La infestación, se refiere al número de individuos de una especie considerados como nocivos en un determinado lugar; el concepto tiene un carácter relativo: una cucaracha en un quirófano o una rata en una sala de ordenadores, resultan inaceptables; sin embargo 10 ó 20 cucarachas en el sistema cloacal tienen menos trascendencia social.

Al considerar el desarrollo de las plagas urbanas, hay que tener en cuenta la relación estrecha que su expansión tiene con las deficientes condiciones del entorno urbano y de las viviendas y de las condiciones socioeconómicas; factores ambos que, a veces, limitan la capacidad de control hasta reducir la población a niveles aceptables para la sociedad.


El concepto de plaga urbana, siguiendo las directrices emanadas de la OMS (1988) Organización Mundial de la Salud, se refiere a aquellas especies implicadas en la transferencia de enfermedades infecciosas para el hombre y en el daño o deterioro del hábitat y del bienestar humano, y representa uno de los elementos básicos de carácter preventivo, ligado a las políticas de salud pública e higiene y saneamiento ambiental.

Es conveniente afianzar esta perspectiva delimitando los diferentes ámbitos del control de plagas y los fines que se persiguen:

Plaga
Daños
Plaga urbana
A la salud pública y al bienestar de la población. Daños económicos
Plaga agrícola
Económicos
Plaga forestal
Económicos y ecológicos
Plaga del ganado
Económicos y a la salud pública.

Así, el control ambiental de plagas no agrícolas o, lo que es igual, de plagas urbanas, tiene como una finalidad la identificación y actuación sobre aquellos factores de riesgo de origen biológico (especies) que pueden desencadenar daños (enfermedades) o molestias a personas y deterioro de instalaciones.
Las características esenciales son:

El ámbito de actuación son los núcleos urbanos, las actividades que allí se realizan y su entorno.

No se refiere exclusivamente a plagas capaces de transmitir enfermedades a la población, sino de generar molestias y deterioro del bienestar, valoradas según los siguientes parámetros:

  • Localización de la plaga y factores biológicos, ecológicos y etológicos.
  • Tipo de plaga y molestias, daños o problemas que pueden originar.
  • Nivel de salud y bienestar de la población afectada.
  • Nivel socioeconómico de la población.
  • Hábitos higiénicos y de vida.

Los elementos de riesgo del medio urbano se agrupan en diferentes categorías desde una perspectiva general, de entre ellos cabe destacar:

  • Viviendas y edificios.
  • Alcantarillado, vertederos.
  • Servicios e instalaciones públicas.
  • Instalaciones e industrias alimentarias.
  • Parques públicos.
  • Zonas de riesgo desde el punto de vista sanitario.
  • Zonas de esparcimiento, ocio y recreo.

Por ejemplo la Comunidad Económica Europea, según su propuesta directiva (1993) relativa a la comercialización de biocidas (plaguicidas no agrícolas) ha definido el ámbito del control de plagas urbanas:

  • Desinfección de la piel, agua de baño, recipientes relacionados con elementos o bebidas para personas o animales.
  • Control de microorganismos nocivos en locales, vehículos y zonas utilizadas por personas o animales.
  • Control de microorganismos nocivos en servicios y equipos sanitarios, aire acondicionado, etc.
  • Protectores de maderas, obras, materiales de construcción, textiles.
  • Control de organismos nocivos que afectan a procesos industriales.
  • Control de ratas, ratones y otros roedores con fines de salud y bienestar públicos.
  • Control de aves con fines de salud y bienestar públicos.
  • Control de caracoles y otros moluscos tanto terrestres como acuáticos con fines de salud y bienestar públicos.
  • Control de insectos, ácaros y otros artrópodos con fines de salud y bienestar públicos.

Las estrategias de control de las plagas urbanas se enmarcan dentro del concepto básico expresado por la OMS (1972) de saneamiento del medio y gestión ambiental (environmental management) de insectos, roedores y microorganismos (1991), diferenciando cuatro líneas de acción:

  • Saneamiento del medio: conjunto de medidas aplicadas para corregir factores del medio ambiente que influyen o pueden influir en la expansión vectorial; incluye la higiene de los alimentos, eliminación de basuras, control de aguas residuales, etc.

  • Desratización: orientada al control de roedores.

  • Desinsectación: dirigida al control de artrópodos.

  • Desinfección: cuya finalidad es la eliminación de microorganismos nocivos.

Las premisas generales que guían este tipo de iniciativas de salud pública y de gestión ambiental son:

  • Curar sin dañar
  • Prevenir mejor que curar
  • Programar antes de actuar.

Los métodos para controlar las plagas urbanas son variados, si bien las acciones primarias se han de orientar hacia los factores (alimento, agua, refugio) necesarios para la supervivencia y desarrollo biológico de la plaga.
En segundo lugar han de considerarse las medidas de higiene ambiental necesarias para el control de su medio ambiente (desechos, aguas residuales, etc.).
La colocación de barreras físicas, el aislamiento arquitectónico y la interposición de estructuras que favorezcan la estanqueidad de viviendas y locales es un tercer elemento a considerar. Finalmente, a menudo es necesario adoptar iniciativas para controlar una plaga basadas en el uso de métodos químicos, físicos o biológicos utilizados por separado o, como se hace actualmente, integrándolos con los anteriores en el proceso de control de plagas (control integrado de plagas urbanas).
La lucha antivectorial se realiza básicamente, por tanto, a través del control ambiental de vectores y se apoya en medidas técnicas y métodos de carácter ambiental de diferente naturaleza, dirigidos al control de las plagas urbanas:

  • Pautas de carácter higiénico y preventivo.
  • Medidas de saneamiento del medio.
  • Medidas pasivas.
  • Métodos químicos, que tradicionalmente son los que han venido empleando con mayor profusión.
  • Técnicas de lucha biológica.
  • Métodos físicos.
  • Control integrado de plagas.

No obstante, el avance científico y técnico experimentado en los últimos años revelan que las intervenciones de control vectorial presentan en ocasiones problemas e incertidumbres, a veces insuficientemente calibrados; así, que hay que destacar lo siguiente:

  • La ecología como ciencia ha aportado una nueva visión del problema, según la cual no es posible referirse a la erradicación de una especie o población, sino más bien al control de la dinámica de esa población.
  • La aplicación de métodos, especialmente químicos, produce buen resultado en las primeras fases de control, pero a la larga, debido a la variabilidad genética de este tipo de poblaciones, dan lugar a la aparición de resistencias a una sustancia determinada, que se transmite a generaciones sucesivas.
  • El uso indiscriminado de componentes químicos (plaguicidas de alta residualidad) ha generado efectos secundarios de contaminación del medio y problemas ecológicos.
  • Adicionalmente, los plaguicidas son sustancias que pueden resultar extremadamente peligrosos para la salud humana, debido a los efectos nocivos que desencadenan en los sistemas biológicos, dando lugar a intoxicaciones que pueden resultar incluso letales.

Según las nuevas tendencias en materia de control de plagas urbanas, es necesario introducir algunos mensajes clave en la planificación de campañas y actuaciones de control de plagas urbanas:

  • Resistencias a plaguicidas: en 1975 la OMS había detectado 108 especies fenómenos de esta naturaleza.
  • Los avances en Toxicología, junto a posibles accidentes químicos, han puesto de manifiesto los posibles efectos nocivos de los tratamientos plaguicidas para el medio ambiente y para la salud pública.
  • Desde el punto de vista teórico y operativo se evoluciona hacia métodos integrados de control de plagas, que combinan tratamientos químicos, métodos ecológicos y técnicas de control biológico, junto a medidas de saneamiento del medio y preventivas.
  • La biotecnología selecciona especies capaces de atacar, competir o desplazar a parásitos y vectores del "nicho ecológico"; no obstante, es necesario evaluar los efectos secundarios de los organismos modificados genéticamente.
  • El control integrado de plagas ha representado un cambio en la estrategia de actuación y control tradicionales, ya que introduce conceptos ecológicos fundamentales.
  • El objetivo de erradicar una especie no deseable es prácticamente imposible; por otra parte, los esfuerzos que a menudo se realizan son indiscriminados y afectan a otros eslabones de la cadena ecológica, o provocan desequilibrios en los sistemas naturales.


Por ello, la Organización Internacional de Lucha Biológica definió la estrategia de control integrado:

Cuadro de texto: Es aquella capaz de mantener especies nocivas por debajo del umbral de tolerancia, explotando en primer lugar los factores naturales de mortalidad y utilizando posteriormente métodos de lucha biológicos, medidas de saneamiento, culturales, etológicas, utilizando los productos químicos como último recurso compatibilizando estas metodologías con el ambiente y la salud pública.
El ideal del control integrado es la utilización de métodos preventivos de manera que la plaga nunca alcance una densidad d población tal que provoque pérdidas económicas o tenga implicancias sanitarias o ambientales.
La OMS considera que en la lucha antivectorial se requieren nuevas y mejores armas, además del perfeccionamiento de los viejos métodos. Son necesarias investigaciones en el laboratorio para sintetizar nuevos plaguicidas químicos más específicos, obtener patógenos depredadores y evaluar estas armas mediante ensayos biológicos y toxicológicos. La investigación aplicada tiene enorme importancia para probar y evaluar cada método de lucha antivectorial sobre el terreno.
La lucha antivectorial integrada no será posible sin información acerca de la biología y ecología de los vectores. En la actualidad, las medidas contra las plagas ya no pueden consistir únicamente en la aplicación de plaguicidas, sino que se han de basar en el conocimiento de las especies, su biología, la gráfica estacional de la densidad de población, variaciones anuales, enfermedades transmitidas, daños, etc. Por tanto, para garantizar la eficacia, eficiencia y efectividad de las intervenciones la OMS sugiere que se tengan en cuenta factores como:

  • Etapa más vulnerable del desarrollo del vector.
  • Grado de éxito obtenido en la lucha en distintas condiciones.
  • Comparación entre los resultados obtenidos con un método y los logrados con otro.
  • Aplicación de pautas de higiene y saneamiento ambiental preventivas para evitar la proliferación de plagas, minimizando el impacto ecológico.
La salud pública ha evolucionado desde la concepción clásica de Hipócrates, pasando por la teoría miasmática de G. Lancisi (1654-1720), el higienismo inglés de la época de la revolución industrial a la reformulación de la salud pública de Winslow (1920), para replantear modernamente de forma elegante a raíz del informe de Mark Lalonde (1974), que hace hincapié en el carácter prevenible de un gran número de enfermedades asociadas a factores ambientales y hábitos de vida.
La OMS conciente de la problemática sanitaria moderna, ha introducido en su política la evolución de los postulados en materia de salud pública a través de Estrategia de Salud para todos en el año 2000, formulando 38 objetivos de salud (1984) que fueron asumidos en 1988 a través del programa STP 2000. Así, entre las medidas para preservar la salud y bienestar de la población se incluye la acción contra los vectores de enfermedades y las plagas urbanas.

En salud pública, la influencia de los factores ecológicos (factores de riesgo) adquiere una importancia y repercusión indudables, debido a que reacciones constantes con el ambiente físico, químico, biológico y social.
Siguiendo con este planteamiento, las técnicas y los métodos de saneamiento del medio marcan un estadio, más evolucionado que lo que antiguamente se denominaba salud pública; ahora se trata de modificar en sentido positivo las condiciones de salubridad, no sólo en las ciudades, sino también en zonas rurales, por tanto, con repercusiones sociales y sanitarias de valor incalculable para la sociedad.

Destacan dentro de las técnicas de saneamiento del medio aplicadas en enfermedades transmisibles, por su importancia y eficacia, las denominadas Desinfección, Desinsectación y Desratización, que pueden agruparse bajo el concepto general moderno de control ambiental de plagas urbanas o de vectores en salud pública.
Suelen emplearse estos términos para definir las actuaciones sanitario-ambientales orientadas al control y lucha contra vectores, especialmente artrópodos y roedores que ponen en peligro la salud de la población, además de causar molestias y aún daños económicos, a veces cuantiosos (casas, ropa, instalaciones, alimentos, etc).
La incidencia que han tenido y tienen en la salud de la población, más atenuada en los países desarrollados, es relevante en relación no sólo a la transmisión de enfermedades, como vectores, sino como reservorios de zoonosis. Incluso pueden producir efectos de carácter molesto, pero de trascendencia social, como urticarias, mordeduras o picaduras.
Desde esta óptica, se impone la adopción por parte de las administraciones públicas de estrategias y programas de lucha contra plagas urbanas dirigidos a la identificación y vigilancia de factores del medio propicios a la ecología de los vectores, elaborando consecuentemente mapas de riesgo junto al desarrollo de estudios de densidad (muestreo e identificación de la especie).

En una segunda vertiente han de identificarse problemas en el territorio relacionados con el saneamiento (vertederos, aguas residuales, colectores, etc), que constituyen "nichos ecológicos" que propician la expansión y desarrollo de las poblaciones, así como la localización de instalaciones de riesgo, de carácter público y/o colectivo.
La acción sanitaria ha de enmarcarse en la operatividad de los sistemas de vigilancia epidemiológica, apropiados a los fines perseguidos, que sobrepasan las concepciones tradicionales para observar la incidencia de patologías asociadas, a menudo enmascaradas entre enfermedades prevalentes o mal identificadas e imputadas al esquema causal convencional.
Existe una gran variedad de métodos de aplicación, dependiendo de la zona a tratar, distinguiendo entre pequeña escala y gran escala, dificultad de acceso, presentación de los productos, características de las plagas, especies rastreras, voladoras, etc.

Las técnicas más comunes de desinsectación ambiental química tienen por objeto el posibilitar que el plaguicida llegue al máximo de lugares, con el mínimo gasto de producto y la máxima eficacia, teniendo en cuenta la presentación del formulado polvo o líquido y las características de la plaga.

  • Pincelación
  • Espolvoreo
  • Pulverización
  • Nebulización
  • Aerosoles
  • Fumigación
  • Trampas
  • Cebos


Pincelación.

Permite tratar zonas muy localizadas por donde pasan habitualmente los insectos rastreros o voladores en lugares muy comprometidos, donde hay alimentos u objetos susceptibles de ser contaminados, como cocinas, bares, etc.
El producto es una laca insecticida que se aplica con brocha, pincelando así las superficies de tránsito o refugio de los insectos.
También se pueden usar microencapsulados, floables o polvos mojables con esta técnica, a las dosis normales de uso indicadas en las etiquetas.

Espolvoreo.
Técnica de aplicación que se suele utilizar en zonas donde no es recomendable dispersar productos líquidos (cableado eléctrico, salas de máquinas, etc), debido a que la humedad suele ser perjudicial o es difícil el acceso (grietas, revestimientos, paneles).
La aplicación no es dirigida pero tiene la ventaja de una mayor persistencia.
Los plaguicidas utilizados se presentan en forma de polvo y la muerte de los insectos acaece por contacto o ingestión.
Los aparatos utilizados son muy variados; desde los manuales, un simple fuelle o émbolo con un depósito para el producto, hasta los más sofisticados: mochilas con motores de combustión interna utilizados para grandes extensiones.

Nebulización

El método de desinsectación mediante técnicas de nebulización permite conseguir tamaños de gotas entre 50 y 100 micrones; así el insecticida permanecerá más tiempo flotando en el aire, y al depositarse cubrirá una superficie mayor, aumentando de esta forma su poder de penetración. Además permite el uso de menores cantidades de producto, con el consiguiente ahorro económico y un menor impacto sobre el medio ambiente.
El tratamiento puede realizarse con volúmenes diferentes de caldo según los diferentes métodos de aplicación:

1. Método de aplicación de alto volumen (HV)
2. Aplicación de bajo volumen (LV)
3. Aplicación de ultrabajo volumen (ULV)

En el caso de las nebulizaciones con volúmenes reducidos, se logran gotas de tamaño muy reducidos (60 - 90 micras) con buenas densidades de recubrimiento por cm2 (30-60 gotitas), lo que permite reducir sustancialmente la dosis y la toxicidad del producto. Hay que diferenciar dos técnicas:

Nebulización en frío.
Se utilizan aparatos mecánicos o eléctricos capaces de generar gotas de un grosor de 50 a 100 micras. Forman una niebla húmeda que, con el tiempo, se va decantando sobre las superficies tratadas. Tiene la ventaja de garantizar una mayor persistencia del producto, pero hay que tener cuidado con los seleccionados, puesto que con base oleosa puede dejar una fina película de grasa sobre los objetos de la zona tratada.
No es una aplicación dirigida, pero tiene la ventaja de penetrar por zonas a las que no se llegaría con la pulverización. Se suele utilizar para grandes superficies y es un método rápido y económico.

Termonebulización
La característica fundamental es el grosor de la gota, que es menor de 50 micras. Se forma una niebla densa que penetra en toda la zona tratada. Su desventaja es la poca persistencia, pero resulta útil para el control de plagas voladoras y rastreras.
Se utilizan aparatos mecánicos y eléctricos, y es un buen método de apoyo junto a la pulverización y nebulización en frío.

Aerosoles.
Aparatos generadores de suspensiones de partículas líquidas o sólidas en el ambiente (portátiles, en vehículos o avionetas), cuyo diámetro varía entre las 0,1 a 10 micras que permanecen en el aire en forma prolongada, depositándose lentamente sobre las superficies horizontales y una pequeña proporción en las laterales.
Pueden ser de tres tipos:

  1. Vaporizadores que al calentarse liberan plaguicidas a la atmósfera
  2. Generadores térmicos de vapores
  3. Generadores de aerosoles en los que el plaguicida está mezclado con gas licuado en un recipiente adecuado y a una presión dada.
Esta técnica es apropiada para insectos voladores.


 
Recopilación y armado
Prof. José Luis Cajade


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